viernes, 30 de enero de 2009

UNA ORQUESTA BIEN AFINADA II

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Como os decía, no puedo resistirme a describiros cómo son. Ambas tienen mucho en común, su situación separando las aurículas de los ventrículos y unidas, de forma más o menos directa, al esqueleto fibroso del corazón que forma los dos anillos aurículo-ventriculares para tener, sin lugar a dudas, una buena base de apoyo (fig.1). En los dos casos unas finas membranas, que llamamos valvas, salen de estos anillos para confluir en su centro cerrando, de manera perfecta durante la sístole ventricular, el paso de la sangre del ventrículo a la aurícula, momento en el que se produce la “apoteosis” del primer ruido cardiaco.


Fig. 1.- Válvula tricúspide, visión desde la aurícula derecha. Se puede apreciar las dos valvas, la septal queda en la parte inferior de la imagen y la mural en la superior. Se pone de manifiesto el contorno ovalado del anillo valvular.

¿Una puerta de vaivén? No, la presencia de las cuerdas tendinosas (fig.2), va a impedir que las valvas sobrepasen el anillo y prolapsen hacia la aurícula, sujetando a las mismas, como un viento lo hace con una tienda de campaña; de esta manera, la estabilidad valvular está asegurada y ya sólo necesitamos una buena “clavija” que soporte el “tirón” producido por las presiones sistólicas y, para ello, qué mejor que un fuertote músculo papilar.


Fig. 2.- Válvula mitral, imagen de las cuerdas tendinosas que van desde el músculo papilar (parte inferior izquierda) hasta implantarse, como puede observarse en distintas posiciones de la valva (parte superior de la imagen).



Naturalmente que no son iguales. ¿Cómo iban a serlo? Nuestra queridísima mitral, como buena “prima donna”, tiene dos grandes valvas unidas a dos “cachas” de músculos papilares (fig.3), situados en la pared libre del ventrículo izquierdo, que siempre parecen recién salidos del gimnasio.


Fig. 3.- Válvula mitral, en la parte inferior, izquierda y derecha, pueden apreciarse los dos musculos papilares.

Su compañera que, en perros y gatos, trata de engañarnos con un nombre que le viene dado de otros escenarios (el humano), también tiene dos valvas y no tres como podría hacernos pensar y debe conformarse con unos músculos papilares mucho más enclenques pero a cambio en mayor número tres o cuatro situados en el septo interventricular y que “sujetan” la valva mural, la más grande (figs.1 y 4). El más pequeñajo de estos músculos papilares, situado casi en el tracto de salida del ventrículo derecho, es el más craneal de todos y el único que tiene nombre -músculo papilar del cono-.

Fig. 4.- Tracto de salida del ventrículo derecho; al fondo a la derecha se situa la válvula pulmonar. En la parte inferior a la derecha, casi tapado por la pared libre del ventrículo se insinua el musculo papilar del cono (flecha).


La valva septal, la pequeña, ni siquiera ha conseguido tener músculos y a lo más que ha llegado es a tener “papilas” que se encuentran situadas en el septo por encima de los músculos papilares (figs.1 y 5).

Fig. 5.- Valva septal, puede observarse la unión casi directa de las cuerdas tendinosas al septo.


Próximamente hablaremos de las otras dos compañeras del cuarteto, las responsables del segundo tiempo (ruido) del concierto.

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